Una corriente oceánica o marina es un movimiento de traslación, continuado y permanente de una masa de agua determinada de los océanos y en menor grado, de los mares más extensos.
Estas corrientes tienen multitud de causas, principalmente, el movimiento de rotación terrestre (que actúa de manera distinta y hasta opuesta en el fondo del océano y en la superficie) y por los vientos constantes o planetarios, así como la configuración de las costas y la ubicación de los continentes.
Las corrientes pueden ser: calientes, como la Corriente del Golfo; frías, la de Groenlandia; o mixta, como ocurre alrededor de Canarias.
Y dependiendo de sus características pueden ser: oceánica, de marea, de oleaje, de deriva litoral, de densidad... tanto en la profundidad como en la superficie, también son tridimensionales, ya que son tanto horizontales (en la superficie) o verticales (por la configuración del relieve submarino y las costas)
Las corrientes oceánicas, son un factor regulador del clima que actúa como moderador, suavizando las temperaturas de regiones como Europa y las costas occidentales de Canadá y Alaska. La climatología ha establecido nítidamente los límites térmicos de los distintos tipos climáticos que se han mantenido a través de todo ese tiempo.
Muchos cultivos se mantienen gracias a la temperatura que ofrece las corrientes oceánicas, y si subiera, o descendiera esa temperatura, muchos campos de secano o regadío se echarían a perder por falta de humedad, o exceso... y otras muchas consecuencias.
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